El presidente de la II República española vivió parte del conflicto desde el frente francés
Mucho antes de ser elegido el primer presidente del Gobierno de la Segunda República (1931-1933), y de convertirse en el Jefe de Estado de España, Manuel Azaña, en ese momento como secretario del Ateneo de Madrid, realizó varios viajes a algunos frentes de los Aliados durante la Primera Guerra Mundial.
Según relata un reportaje del diario El Mundo, el horror y la devastación que experimentó le hizo tomar conciencia del peligro que suponía una guerra de tal envergadura, y a su vuelta, plasmó sus experiencias en una serie de conferencias y en la crónica ‘Nuestra misión en Francia’. Hoy, sus recuerdos y pensamientos sobre esas travesías se exponen en el Palomar del Ateneo de Madrid, en una muestra realizada en colaboración con la Fundación Francisco Largo Caballero, la Universidad de Alcalá de Henares, el Ayuntamiento de Alcalá de Henares, Foro del Henares y la Fundación General de la Universidad de Alcalá. Los textos acompañan a una serie de placas fotográficas de cristal, que Azaña trajo consigo tras los viajes y, que muestran la devastación de los bombardeos alemanes en las ciudades galas. El objetivo era conmover y concienciar a la sociedad española, que en esa época disfrutaba de cierta calma y neutralidad ante el conflicto internacional.
“Verdún es un montón de escombros», describe Azaña una de las imágenes. «Hay casas que han sido rajadas de arriba abajo como por un hachazo y muestran la mitad interior de sus viviendas con muebles abiertos y enseres y menajes domésticos, todavía en el lugar de uso». Pero «ninguna fotografía puede dar idea del estado de destrucción en que la ciudad se encuentra, porque enseguida se hacen antiguas, enseguida las ruinas se añaden a las ruinas y los escombros se van pulverizando. Todo ello tiene un aspecto torvo».
Jesús Cañete Ochoa, comisario del Ateneo de Madrid, explica que, «de los intelectuales españoles, Azaña fue el que conoció más de cerca la guerra y el que visitó más veces el frente. Viajó en octubre de 1916 a Francia junto con Américo Castro, Ramón Menéndez Pidal y Rafael Altamira. Luego visitó el frente italiano en septiembre de 1917 con Miguel de Unamuno. Y a final de año volvió a Francia en compañía de Ramón Casas y Santiago Rusiñol, entre otros». Fue, según el comisario, «un defensor de la causa aliada y se comprometió con ella». Así, pronunció en enero de 1917 en el Ateneo la conferencia Reims y Verdún (Impresiones de un viaje a Francia), situada aquel escenario de destrucción. Las placas que trajo eran «como una especie de power point para ilustrar sus palabras», explica Cañete Ochoa. Sin embargo, «pide al público que no se quede con lo pintoresco». Para el futuro presidente de la República, «se estaba destruyendo lo mejor que había conseguido la civilización europea».
Desde la Unión General de los Trabajadores se apoyan y defienden los proyectos, actos y acciones que contribuyen al reconocimiento y el homenaje a la Memoria Histórica de nuestro país, ya que se trata de uno de los principales pilares de la democracia española.
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